Cuantos más datos nos llegan sobre el síndrome de colapso de las colmenas –CCD- más convencidos estamos de la responsabilidad de los agrotóxicos en la muerte de las abejas.
Han desaparecido un 30% de las abejas del mundo en los últimos años y ¿qué será del resto de polinizadores de los que nadie se preocupa?
Cualquier persona aficionada a pasear por el campo puede observar que cada vez hay menos mariposas, abejas y abejorros; No necesitamos de ningún estudio científico que nos lo certifique.
La situación es mucho más grave de lo que puede parecer;
Hay 235000 especies de plantas con flor en el mundo. Dominan las regiones tropicales y templadas de la tierra ocupando el 90% de la superficie vegetal terrestre e incluyen árboles madereros, todas las frutas, hortalizas, verduras, forrajes y granos que son la despensa de la alimentación animal y la base de la economía agrícola del mundo.
De estas plantas con flor, la mayoría tienen polinización entomófila –realizada por insectos-. Con esto podemos empezar a comprender la catástrofe ecológica que supone la creciente desaparición de insectos.
Esta desaparición de especies está claramente vinculada con la actividad humana; Llevamos muchos años investigando en nuestros laboratorios cómo acabar con los insectos. Pues lo estamos consiguiendo…. Y la abeja es uno de ellos.
Cuando en Asturias los apicultores hablamos sobre la desaparición de las abejas y su vinculación con los fitotóxicos siempre se llega a la misma conclusión “pero si en Asturies nadie fumiga, pero si nun hay cultivos alrededor del mi colmenar…” En apariencia no. No hay grandes plantaciones de soja o maíz transgénico fumigado con avionetas, pero nuestros vecinos usan ROUNDUP como herbicida alrededor de casa y de los cultivos incluso en las zonas más inhóspitas de la montaña asturiana, por cierto el mismo principio activo –glifosato- que se usa en EEUU y Sudamérica para las plantaciones de soja y maíz y que se vincula con el CCD.
Otro de los productos utilizados en nuestros campos y prohibido en muchos países por su efecto negativo sobre las abejas es el imidacloprid que se usa entre otras cosas para proteger a los eucaliptos. En Galicia ya señalan a este potente insecticida como el responsable de la desaparición de las abejas.
Somos tan irresponsables que hay apicultores que echan herbicida alrededor de sus colmenas para limpiar los alrededores de malas hierbas (¿?) No hay quien lo entienda, las malas hierbas son las que dan de comer a las abejas y hacen nuestras colmenas productivas.
Es solo la punta del iceberg. En el continente americano, las grandes plantaciones de soja transgénica son responsables de la deforestación de las selvas y de la pérdida de biodiversidad. Los apicultores se ven forzados a llevar sus colmenas a otros sitios donde las abejas tengan algo que comer; Imaginaros hectáreas de soja modificadas genéticamente para hacerlas resistente al herbicida. Se fumigan con avionetas y no quedan más seres vivos que la soja; Un desierto de soja.
A los sesudos científicos de los EEUU se les ha ocurrido una idea genial; Si el glifosato mata a las abejas, vamos a hacer abejas transgénicas resistentes al roundup. Genial idea!!!…. Pues tendremos que hacer mariposas, abejorros, mariquitas… ¿por donde empezamos?
Los apicultores tenemos una profesión que depende enormemente de los frágiles equilibrios ecológicos y tenemos una enorme responsabilidad en la conservación del medio ambiente.
Deberíamos quitar prejuicios y estereotipos de nuestras cabezas, apicultor y ecologista son dos términos que deberían ir de la mano. De la conservación de la naturaleza depende nuestra profesión y nuestro futuro.