Merece la pena que leais este artículo que relaciona la cría salpicada con la consanguinidad en las abejas. Muy, muy recomendable.
Fuente www.cuencarural.com (Argentina)
La consanguinidad en las abejas
Es bien sabido que en distintos órdenes de la producción animal, la consanguinidad o como se dice científicamente: endocría, conduce a una merma notable en la productividad. Entendemos por animales consanguíneos, a aquellos cuyos progenitores comparten un grado mayor o menor de parentezco.
Ahora bien, ¿qué entendemos por cría salteada y en qué porcentaje? Nos referimos a la observación del área de cría operculada, que hay en un panal 13 días después de que la reina tuvo oportunidad de aovarlo. Se entiende que para esta prueba, introducimos el día 0, un panal obrado vacío en el centro de una cámara de cría, con lo cual la reina empieza a aovar 24 horas después. Probablemente ambas caras del panal estarán totalmente aovadas hacia fines del día 3. El día 13 retiramos el marco y medimos un área de 10 celdas X 10 celdas del centro del panal. De las 100 celdas que componen esta superficie, debemos contar todas aquellas que no contengan cría operculada.
En el caso de contar 15 o más celdas que no contengan cría operculada, podemos afirmar que hay un alto grado de consanguinidad en nuestras abejas, y tanto más elevado cuanto menos cría operculada encontremos. Esta simple prueba nos permite determinar el «porcentaje de viabilidad de la cría» de la reina que fue testedada; que debe ser del 85% o más para considerarla bien apareada, lo que significa que de cada 100 huevos que ella ponga por lo menos 85 deben terminar en abejas obreras.
Creemos que más de uno de Uds. se pregunta ¿Qué pasó mientras tanto con los 15 huevos que la reina puso del total de 100, y que no permitieron el surgimiento de una obrera o de un zángano? Ocurrió algo muy especial y que refleja en su esencia el tema que estamos tratando.
Como se sabe, las hembras de las abejas -reinas y obreras- nacen de un huevo, que es la unión de un óvulo de la reina con un espermatozoide de uno de los 10 a 15 zánganos que se aparearon con esa reina. En tanto que los zánganos nacen de los óvulos de la reina, esto significa que la reina produce zánganos sin necesidad de aparearse. Esta particularidad del sistema reproductivo de las abejas se denominó PARTENOGENESIS en 1845 cuando Dzierzon describe por primera vez el fenómeno. En 1986 el brillante apicultor uruguayo Samuel de León del Río, lo rebautizó como TELIGENESIS, en su muy interesante libro «He aquí las abejas» (Editorial Hemisferio Sur), y nos ayudó a comprender que los zánganos de una colmena son medio hermanos de la reina que puso el óvulo de donde nacieron, y no sus hijos como la teoría de la partenogénesis establecía.
¿Qué tiene esto que ver con el tema que estamos tratando?
Muchísimo como verán… Las abejas reinas maduran sexualmente 5 a 6 días después de su nacimiento, esto quiere decir que han desarrollado aptitud para aparearse con los zánganos. Es común que las reinas vírgenes se apareen durante 2 o 3 días seguidos, en las horas más cálidas que siguen al mediodía, con un total de 10 a 15 zánganos y a una distancia de la colmena de 4 a 5 Km. Aquí redondeamos dos conceptos fundamentales:
apareamientos múltiples y a gran distancia de la colmena.
Estos dos puntos son claves para comprender que la evolución ha orientado a la fecundación de las reinas, hacia una gran diversidad desde el punto de vista genético, lo cual conduce a que la población de obreras de una colmena sea toda hija de una sola madre: la reina, pero que tienen muchos padres y muy distintos, tantos como zánganos se aparearon con esa reina. Por lo tanto, las abejas de una colmena son una gran familia formada por muchas subfamilias, que representan la unión de los óvulos de la reina, con muchos y variados espermatozoides de distintos zánganos. Una prueba válida de lo explicado anteriormente, se obtiene de la observación del distinto color que presentan las obreras hijas de una misma reina.
Ahora plantearemos como ejemplo, el caso de una reina que posee un 70% de viabilidad de su cría. Podremos explicar por qué un 30% de los huevos que ponga esa reina, jamás serán hembras ni zánganos: sin que ello tenga relación con ninguna enfermedad. Ocurre lo siguiente: para que nazca una hembra es necesaria la unión de un óvulo de la reina con uno de los espermatozoides de los zánganos que se aparearon con ella. Sin embargo, para que la unión de ambos resulte en un huevo y por lo tanto en una hembra, deben tener algo distinto: sus respectivos genes (conocidos también como «alelos») sexuales. Recordemos que los genes son unidades de transmisión hereditaria y que los alelos son formas distintas que puede presentar ese gen.
Se conocen 12 genes sexuales en las abejas. Se los identifica con las letras S1, S2, S3… hasta S12. La reina y la obrera tienen siempre dos de ellos y que son distintos entre sí, uno de los genes S es acarreado con el óvulo de su madre y el otro gen S es aportado por el padre en el espermatozoide. Los zánganos al nacer de óvulos, tienen un solo gen S, el que está presente en el óvulo de la reina que les dio origen.
He tratado de explicar con la mayor claridad posible, un tema de por sí complicado, por favor sigan leyendo, pues lo que sigue es mucho más fácil de comprender.
Dijimos que la reina tiene dos genes sexuales, por ejemplo S5 y S9, asimismo sus óvulos tendrán sólo uno de los genes S, de tal modo que la mitad tendrán el S5 y la otra mitad el S9. A su vez, cada uno de los zánganos que la apareó aportó solamente un gen S. Si esta reina de nuestro ejemplo, se apareó con 10 zánganos, cada uno ellos aportando hipotéticamente la misma cantidad de semen con los siguientes 10 genes S: S7, S8, S11, S10, S9, S6, S5, S4, S9 y S3.
¿Qué va a ocurrir con la prole de esta reina? Antes de seguir, quiero hacer notar algo que a Uds. les llamó la atención: tres de los zánganos que fecundaron a la reina, tienen en común con ella sus alelos sexuales, dos zánganos S9 y un zángano S5, estos zánganos son parientes muy próximos de la reina. Si el óvulo S5 se une a un espermatozoide S5, o si un óvulo S9 se une a uno de los espermatozoides S9, en ninguno de los casos nacerá una obrera ni tampoco un zángano. Lo que ocurrirá es que si bien tres días después de la postura del huevo eclosionará una larva, algunas horas después ésta será destruída por las abejas, dando lugar a una celda vacía o cría salteada. Esta reina tendrá una viabilidad del 70%, solamente la unión de los óvulos S5 o S9 con los espermatozoides S7, S8, S11, S10, S6, S4 o S3 dará origen a un huevo y por consiguiente a una hembra, ya sea obrera o reina.
El descubridor de ésto fue el genetista y apicultor polaco Jerzy Woyke, quien también transfirió estas larvas recién nacidas (antes de que las abejas las destruyeran), las alimentó artificialmente y luego las operculó con polen y cera. ¿Saben qué ocurrió? Nacieron zánganos diploides -con dos juegos de cromosomas- que eran absolutamente estériles, es decir, incapaces de producir semen fértil. Era obvio que las obreras, al destruir estas larvas -que son el resultado de apareamientos consanguíneos- se anticipan y evitan el nacimiento de estos engendros que atentan contra la preservación de la especie.
Una reina que posea una viabilidad del 70% de su cría, distará mucho de presentar un patrón de cría sólido. Lo que se denomina plancha de cría, refleja no tanto la calidad de la reina sino el éxito que tuvo en aparearse con zánganos que tenían genes sexuales distintos a los de ella. En síntesis, la primera diferencia entre una colmena encabezada por una reina bien fecundada y otra colmena que tiene una reina apareada consanguíneamente, es que la segunda reina tendrá quizás un mismo nivel de postura pero que, sin embargo, no se verá reflejado en nacimientos correspondientes, porque la viabilidad de su cría es muy inferior. Como ya sabemos, menos abejas en la mielada representan kilos de miel perdidos.
Otras consecuencias nefastas de la endocría en las abejas son:
1) Falta de despegue en primavera, esto es colmenas que no crecen al ritmo de las demás.
2) Susceptibilidad a enfermedades.
3) Dificultades para pasar la invernada.
4) Ineficiencia en la pecorea, es decir, abejas haraganas.
Ahora bien, ¿en qué medida la consanguinidad está afectando la productividad de los colmenares en la Argentina? Para responder a esto me basaré en dos fuentes:
– Nuestra experiencia personal consistente en visitar apiarios de muchas provincias argentinas.
– El trabajo de investigación denominado «Características de la Apicultura Argentina y el Impacto de la Abeja Africanizada en la Producción», que fue realizado durante 1983, 1984 y 1985 en nuestro país por un grupo de ocho científicos estadounidenses, encabezados por el Dr. Alfred Dietz, del Departamento de Entomología de la Universidad de Georgia y con el soporte económico del Departmento de Agricultura de los EE.UU. (USDA). Este trabajo representa un emprendimiento sin precedentes en cuanto a su envergadura, no nos consta que ninguna otra iniciativa similar haya sido encarada por ningún organismo gubernamental de nuestro país.
Transcribiré textualmente una parte del texto, referida la tema que nos ocupa: «El cambio de reinas es practicado por el 15% de los apicultores, 26% de los apicultores cambian reinas después de dos años, y el 5% cada tres o más años. El 33% de los apicultores nunca cambió las reinas de sus colmenas y el 10% de los encuestados cambia reinas sólo cuando la reina empieza a fallar y no presenta un patrón de cría sólido. El 47% de los apicultores que cambian reinas, utiliza como material de selección sus propias colmenas, el 17% obtiene sus reinas de criadores en la provincia de Buenos Aires, 9% de criadores en Santa Fe, 9% de criadores de Córdoba y el 18% de criadores de su misma zona. Es llamativo que el 70% de los productores emplea celdas reales en lugar de reinas fecundadas para el recambio.»
Luego de la lectura de este párrafo, no resulta ninguna sorpresa que el cambio de reinas efectuado en base a celdas reales, que tienen como base genética las mismas colmenas del apicultor y que a su vez se aparean con zánganos criados en esas mismas colmenas, haya conducido a un alto nivel de consanguinidad en los colmenares de nuestro país y a una merma considerable en la producción.
Por Martín Braunstein
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